lunes, 3 de diciembre de 2012

La nieve y el árbol.



     El verano se despidió lentamente
Sin prisa ni contratiempo, miles de hojas, cayendo en aquella laguna, tan transparente
A pesar del cansado sol, altas y firmes piedras, 
deteniendo columnas de diferentes posiciones,
para el acomodo  de tan amplia trinchera, de aquel viejo camino
camino de hojas secas
y arboles silenciando a la hiedra 
por la llegada de tan diminutas, suaves y sordas
partículas de nieve, como un susurro cayendo sobre la laguna.

Nieve blanca, opaca, brillosa finita y congelante,
adornando y arropando el árbol que me deleita,
con su aroma y manto fresco en el crudo verano.

Cerca de allí el leñador con su hacha, cortando
el tronco grisáceo, sin tomar en cuenta los anchos y
angostos vástagos
-Dice el leñador: "Este invierno congela hasta los huesos…"

     El invierno y la nieve se fueron, llegó la primavera, y
Aquel árbol mutilado, espera ese resplandor de sol para continuar su vida.



Anahlii Ramos Burgos.

En el recuerdo


Pasaban los días y no podía encontrarlo otra vez. No había olvidado sus ojos (juro que no he olvidado sus ojos) ni esa sonrisita, como apretada, que algunas veces me hizo soñar. Suspiraba constantemente al pensarlo. Cada vez que pude se lo confesé…cómo guardar todo eso sólo para mí.

Y andaba yo en el coche, en las calles, enfrentando la vida diaria, lo de siempre, lo que seguía, lo que venía. No podía encontrarlo en ninguna otra mirada, en ninguna avenida, ni en los amigos ni en nuevos rostros, ni por su ciudad ni por la mía. Se fue en la tarde. Se fue en la tarde.

Aunque después, muy por la noche lo volví a ver, esta vez no deseché la oportunidad y caminé de su mano, por una calle sólo parecida a algunas. Un largo caminar y bien fuerte que nos apretábamos la mano, un suspiroso abrazo y creo que casi un esperado beso en los labios. Sonreía yo. No nos soltábamos (no vaya a ser sólo un sueño).

Pasan los días, y no puedo encontrarlo otra vez.

Carolina Lara Mungarro

Y…..dime tú


Y…..dime tú….ahora que estás realizado… ¿por qué no volviste?
 ¿Ya  me has olvidado?
Recuerdo cuanto  hablamos, eran tantas preguntas, fueron muchos los
 dardos que  repletos de dudas  me dejaste clavados,
en sueños  te  veo feliz,
despierto y te busco a mi lado,
Encuentro  recuerdos,
tu aroma, fotos y tu silueta  en mi colchón,
ellos son mis compañeros   que le dan vida a mis días….
Y tú… ¿en donde  encontraste  vida? …
estás bien, lo se, ayer te sentí en el aire fresco que pasó rozando mi nariz,
te supe muy  cerca por el escalofrío que provocaste en mi,
Luego esa nube que paso  veloz supongo corría  tras de ti,
Yo que antes tuve las respuestas…
quedé dueña absoluta  de  infinidad de preguntas
Dime… ¿y nuestro amor qué?... ¿a dónde te lo  llevaste? Me dejaste doblemente sola,
Ahora no se si apurarme a ir donde tú…o
Morirme aquí donde estoy,
¿Cuántas veces  morimos?...matando…  ¡la  más  mínima intención!!
¿Cuántas veces hemos muerto?... De alegría, de tristeza o de dolor
Pero… ¿por qué tú? Que a más de morirte   me dejaste libre
Sin saber qué hacer,  ¿por qué no te llevaste mis  ansias?...
¿Y esta loca necesidad de ti?....
¿Por qué si me mataste moriste solo sin mí?
Porque  no te moriste con todo y tus recuerdos…amor.


Mary Vera

La nieve


Me gusta ver cuando cae la nieve, que el suelo y los árboles cambien de color, alegra el día nublado, por la noche todo está lleno de una luz especial, blanca, transparente, dulce, cuando la conocí  estaba un poco  delicada  de   salud, mi mamá  no  me permitió  salir, pero recuerdo a los niños jugando a tirar bolas de nieve, también a los muchachos y a algún señor que pasaba y le tocaba un “bolazo” como decían ellos.

Después cuando estaba en la escuela primaria y empezaba a nevar, no dejábamos de ver hacia la ventana, al terminar  la  hora de  clases corríamos para llegar pronto a casa, dejar los cuadernos  y salir   a   jugar. Nunca  olvidaré  como veía  a  mis primos  y otros niños jugar  con  aros de  llanta  de bicicleta  a los  que  empujaban  con  un alambre  enganchado, era  su  carro ,hacían  caminitos  en  la  nieve .

Hay algo especial cuando cae la nieve por la noche y nos sorprende al abrir la puerta y ver esa luz inesperada, como cuando salíamos de algún baile en el gimnasio municipal, del Centro Cívico o del Casino de los Leones a las 2 de la mañana, al terminar el baile, caminábamos enterrando los pies en la gruesa capa de nieve, sólo con zapatos y calcetas, la maravillosa luz de la luna que reflejaba la nieve blanca y cristalina con pequeños destellos como brillantes, esta luz nos ayudaba a pasar por el puente de Arco de le Avenida Juárez, por la pequeña cuesta que en ocasiones nos hacía caer por tanto hielo, no era muy fácil detenernos, todo era muy divertido, hasta llegar casi congelados a la casa, donde nos esperaba un regaño de mamá, después de todo lo que habíamos caminado.

La nieve aún me sigue dejando grandes recuerdos. 

Lupita Palomera Vázquez      

Nieve



Me han contado que en años pasados la nieve llegaba de lo alto como hasta las rodillas como unos  cincuenta centímetros   y que todos seguían viviendo, que no era una limitante para nada porque todos estaban acostumbrados a esas condiciones , pero ahora es común que cuando nieva y cubre unos cuantos centímetros ya se suspenden las clases porque,  cuidado que no se vayan a enfermar y es que las generaciones han cambiado no son de la misma condición , porque ya no soportan tanto y es que todo haya cambiado, aunque no por eso digo que sea malo o que quizá era mejor antes , es que alguien me dijo que no tenía que ser así, aunque no recuerdo eso de mi infancia si me gustaría poder verlo y disfrutar de él.

Verónica Canela Bracamonte