sábado, 15 de septiembre de 2012

Remolino

Hoy por la mañana el sol  brillaba, pero soplaba  un  ligero  aire, de pronto se formó un pequeño remolino que levantaba hojas secas, algunos papeles  y tanto polvo  que lastimaba  los ojos, rápidamente  entré  a  la casa, seguí  viendo  a través de la ventana, recordé a mi querida abuelita, que  nos decía que el diablo venía  en un remolino  para llevarse  a los niños  desobedientes, nos  contaba historias  de esto mientras  salíamos  por la tarde  a regar sus plantas, me gustaba estar con ella, también a mis primos; para llegar a su casa  caminábamos por   las  veredas, algunas parejas y otras   con piedras, había arboles  de membrillo, duraznos, albaricoque, ciruelas, higueras, manzana, álamos, pinos.  

Recuerdo que había varias casas de color verde oscuro y techos  rojos, supongo  que la mina les facilitaba la pintura a sus  trabajadores, ya que la mayoría de los hombres  del  histórico e inolvidable  pueblito  de Buenavista, cerca de  Cananea,  eran mineros . Había  también  de madera  y lámina, otras de adobe, blanqueadas con cal, decían  que se alejaban  los   insectos dañinos.

Juan era el mayor de mis primos, y el más travieso, seguía  Roberto, Manuel, Raúl, Mariana, Nely. Siempre  estábamos  juntos.  Juan  de  diez  años  decía que ya  era mayor  por lo que podía fumar  de vez en cuando, se  escondía  en el  subterráneo  de su casa, después de  tomar algunos cigarros de mi  tío, nosotros vigilábamos  para que no lo descubrieran, mientras comíamos  manzanas  que mi tía  envolvía  en papel para que maduraran, hacía bromas todo el día, peleaba con los niños, era muy desobediente, nos asustaba  hablando  de espantos, pero nos cuidaba de todo, siempre con su resortera, pantalones con tirantes, moreno, ojos negros, grandes y alegres, alto, delgado  y feliz. En  ocasiones  estaba callado, con la mirada perdida  en el infinito jugueteando  con un mechón de su cabello, y de pronto, decía una broma o molestaba  a uno de sus hermanos, principalmente a Roberto.

Decía que  no sabía qué era el miedo, sin embargo  cuando veía un remolino corría a esconderse, no salía  hasta que  desaparecía  y  por supuesto  con  las debidas precauciones   porque pensaba  que podía  llevárselo .

 

Guadalupe Palomera Vásquez.

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