Recuerdo
que había varias casas de color verde oscuro y techos rojos, supongo que la mina les facilitaba la pintura a
sus trabajadores, ya que la mayoría de
los hombres del histórico e inolvidable pueblito
de Buenavista, cerca de Cananea, eran mineros . Había también de madera
y lámina, otras de adobe, blanqueadas con cal, decían que se alejaban los
insectos dañinos.
Juan
era el mayor de mis primos, y el más travieso, seguía Roberto, Manuel, Raúl, Mariana, Nely. Siempre estábamos juntos. Juan
de diez años
decía que ya era mayor por lo que podía fumar de vez en cuando, se escondía en el subterráneo
de su casa, después de tomar algunos cigarros de mi tío, nosotros vigilábamos para que no lo descubrieran, mientras
comíamos manzanas que mi tía
envolvía en papel para que
maduraran, hacía bromas todo
el día, peleaba con los niños, era muy desobediente, nos asustaba hablando
de espantos, pero nos cuidaba de todo, siempre con su resortera,
pantalones con tirantes, moreno, ojos negros, grandes y alegres, alto,
delgado y feliz. En ocasiones
estaba callado, con la mirada perdida
en el infinito jugueteando con un
mechón de su cabello, y de pronto, decía una broma o molestaba a uno de sus hermanos, principalmente a
Roberto.
Decía
que no sabía qué era el miedo, sin
embargo cuando veía un remolino corría a
esconderse, no salía hasta que desaparecía
y por supuesto con
las debidas precauciones porque
pensaba que podía llevárselo .
Guadalupe Palomera Vásquez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario