lunes, 27 de agosto de 2012

¿Castigo o regalo?


Al inicio de mi carrera en el magisterio del estado, el maestro Rodolfino  de la SEC, me asignó una plaza en el último pueblo al sur de  Sonora algunos maestros me comentaron  que era zona de castigo y me asuste , sin embargo, viaje a la ciudad de Álamos para  ahí tomar el autobús que me llevaría mi destino, caminé  por la tarde admirando las calles y angostos callejones empedrados , la iglesia ,casas  balcones y hermosas  enredaderas en las ventanas, al día siguiente subí al Tropical , así llamaban al camión del Chinal. Recuerdo que no tenia techo , en caso de lluvia  le colocaban una lona sobre unos tubos en forma de arco, el camino era de terracería , pasamos por el rio Cuchujaqui pues rodea todos los pueblos  , estuve a punto de caer varias veces ,hasta que Daniel el chofer, un joven de veinte años, moreno de ojos verdes, me invitó a sentarme en  la cabina junto a él y  don  José , acepte  de inmediato. 

Le comenté  a Daniel  que renunciaría pues estaba demasiado lejos, esto me hizo tranquilizarme, conocí algunos frutos como los papaches, muy amargos, los papachitos  borrachos, muy dulces, pero tienen las propiedades del vino, también un pequeño fruto que  sirve para lavar ropa.

Después de cinco horas subimos una empinada y alta cuesta, a la derecha  vi un gran monumento de Cristo Rey, a sus pies se encuentra  el pueblo, al entrar  me sorprendió  lo que   veía,  las mujeres llevaban agua del pozo en cántaros sobre la cabeza,  los muchachos a caballo vestían  pantalón mezclilla, camisa amarrada con un nudo, pañuelo  alrededor del  cuello, sombrero y algunos con pistola, la mayoría  con ojos claros,  las casas de adobe, con su cocina fuera de la casa, los patios con muchos árboles, en ese momento olvidé que había pensado  renunciar.

Esa noche el director Abraham ,me llevo a casa de una familia muy amable, al día siguiente conocí a los que serian mis compañeros  e inseparables amigos  , Alfredo, Oscar , Betty, Lidia , Carmelita, juntos pasamos momentos muy felices ,por las tardes  Oscar y Chaman el joven director tocaban  la guitarra y cantaban, mientras tomábamos café, el comisario Momo nos presto una casa, sentía que era un sueño , fui  completamente feliz.

Pero todo principio tiene su fin, llego como relámpago el fin de cursos, mis compañeros se fueron lado de su familia, yo me quede hasta el ultimo momento, me resistía a dejar el pueblo, al Tropical, el canto de los gallos al amanecer, el trotar de los caballos que iban a las milpas, los alegres gritos de los niños, la hora de la cena a la luz de la lámpara, a mis amigos, las serenatas, las tardes, que paseábamos a caballo. Fue un gran regalo estar  en ese lindo pueblo.

Aun indecisa una mañana subí al camión, a mi inolvidable  Tropical , Daniel sin decir nada empezó a  recorrer  las callecitas del pueblo, los niños de la escuela  nos seguían diciendo adiós, en la salida del pueblo estaban mis amigos, amigas, mi novio a caballo, Daniel me  preguntó qué haría, y tomé  la decisión más difícil de mi vida , dejé  atrás la mejor época de mi vida. Les dije  adiós.

Guadalupe  Palomera.

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