Al inicio de mi carrera en el magisterio del estado, el maestro Rodolfino de la SEC, me asignó una plaza en el último
pueblo al sur de Sonora algunos maestros
me comentaron que era zona de castigo y
me asuste , sin embargo, viaje a la ciudad de Álamos para ahí tomar el autobús que me llevaría mi
destino, caminé por la tarde admirando
las calles y angostos callejones empedrados , la iglesia ,casas balcones y hermosas enredaderas en las ventanas, al día siguiente
subí al Tropical , así llamaban al camión del Chinal. Recuerdo que no tenia
techo , en caso de lluvia le colocaban
una lona sobre unos tubos en forma de arco, el camino era de terracería ,
pasamos por el rio Cuchujaqui pues rodea todos los pueblos , estuve a punto de caer varias veces ,hasta
que Daniel el chofer, un joven de veinte años, moreno de ojos verdes, me invitó
a sentarme en la cabina junto a él
y don
José , acepte de inmediato.
Le comenté a Daniel que renunciaría pues estaba demasiado lejos,
esto me hizo tranquilizarme, conocí algunos frutos como los papaches, muy
amargos, los papachitos borrachos, muy
dulces, pero tienen las propiedades del vino, también un pequeño fruto que sirve para lavar ropa.
Después de cinco horas subimos una empinada y alta cuesta, a la
derecha vi un gran monumento de Cristo
Rey, a sus pies se encuentra el pueblo, al
entrar me sorprendió lo que
veía, las mujeres llevaban agua
del pozo en cántaros sobre la cabeza,
los muchachos a caballo vestían
pantalón mezclilla, camisa amarrada con un nudo, pañuelo alrededor del
cuello, sombrero y algunos con pistola, la mayoría con ojos claros, las casas de adobe, con su cocina fuera de la
casa, los patios con muchos árboles, en ese momento olvidé que había
pensado renunciar.
Esa noche el director Abraham ,me llevo a casa de una familia muy amable, al
día siguiente conocí a los que serian mis compañeros e inseparables amigos , Alfredo, Oscar , Betty, Lidia , Carmelita,
juntos pasamos momentos muy felices ,por las tardes Oscar y Chaman el joven director tocaban la guitarra y cantaban, mientras tomábamos
café, el comisario Momo nos presto una casa, sentía que era un sueño , fui completamente feliz.
Pero todo principio tiene su fin, llego como relámpago el fin de cursos,
mis compañeros se fueron lado de su familia, yo me quede hasta el ultimo momento,
me resistía a dejar el pueblo, al Tropical, el canto de los gallos al amanecer,
el trotar de los caballos que iban a las milpas, los alegres gritos de los niños,
la hora de la cena a la luz de la lámpara, a mis amigos, las serenatas, las
tardes, que paseábamos a caballo. Fue un gran regalo estar en ese lindo pueblo.
Aun indecisa una mañana subí al camión, a mi inolvidable Tropical , Daniel sin decir nada empezó
a recorrer las callecitas del pueblo, los niños de la
escuela nos seguían diciendo adiós, en
la salida del pueblo estaban mis amigos, amigas, mi novio a caballo, Daniel
me preguntó qué haría, y tomé la decisión más difícil de mi vida , dejé atrás la mejor época de mi vida. Les
dije adiós.
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