viernes, 24 de agosto de 2012

Esta es una fotografía

… que me llena mucho ver, es de cuando cumplí dos años de edad, me celebraron con un pastel en cas de mi abuela materna, allá frente a la lechería Quiroga en una casa que era muy fresca en el verano y muy calientita en invierno, tenía un patio enorme donde siendo niño no había tiempo para enfadarse, mucho menos si era tiempo en que los árboles frutales estaban cargados… Recuerdo claramente el ardor en la piel que nos provocaba la leche que salía de la higuera al cortar sus frutos, allá por el Ejido de Cananea Vieja. En ese tiempo mi familia vivíamos en el rancho de La Mariquita que obviamente estaba ubicado en la falda de la sierra que lleva el mismo nombre; bajábamos a Cananea cada quince días o cada mes para llevar provisiones. Éramos mis padres, mi hermano y yo; en ese tiempo nos llevaban a caballo o a pie.
Yo no recuerdo mucho de estas vivencias pero aprendí a vivirlas y disfrutarlas en las palabras y la emoción de mis familiares al contarnos tantas aventuras que vivieron con nosotros al hombro. Como ese rancho pertenecía al Ejido José María Morelos, San Pedro, mi padre salía mucho para allá, cuando no andaba en las corridas de ganado estaba campeando, fue muy buen cocinero entre sus compañeros, hacía un rico y aromático café de olla, horneaba pan y consentía el paladar de muchos, debieron saber a gloria estos manjares campiranos, acompañados de sus respectivos burritos paseados que algunos llevaban, así es que cuando había que bajar a la ciudad por alguna vacuna o visitas médicas, nos cuenta mi má que nos traían dos leñadores que subían seguido a la sierra a traer leña para sus casas o para vender, ellos eran un señor apodado El Trucutrú y otro a quien decíamos El Cubano. Hemos tenido el placer de reencontrarlos, presentarnos con ellos y a todos nos da mucho gusto saludarnos, siguen con pie firme como entonces, fuertes como robles y nobles, con esa sonrisa de siempre; gente buena de pueblo, mi gente, estamos eternamente agradecidos por todas sus inolvidables atenciones y paseadas en burro y cargadas a gogote como dicen ellos.

Mary Vera Vásquez

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